EL OFICIO DE ESCRITOR

¿POR QUÉ ESCRIBE UN ESCRITOR? PORQUE SÍ

Richard Ford. Foto de Doug Burns

La Real Academia Española define ‘escritura’ con tres palabras: “arte de escribir”. Utiliza esta expresión en tercera instancia, pues en primera es la “acción y efecto de escribir”. ‘Escribir’ lo expresa como “representar las palabras o las ideas con letras u otros signos trazados en papel u otra superficie”. Asimismo, “componer libros, discursos”. Tres distintivos precisan de este acto: una figura representativa, un tema y una técnica. El escritor, conocedor del asunto que manifiesta, escribe con destreza. Este acto despierta a la bestia, convirtiéndole en su primer lector. Surge así el poder evocador de las emociones, que invita al deleite y entretiene, así como incita a la reflexión al configurar la cultura y la formación. ¿En qué se fundamenta su desarrollo para explotar dicha fuerza motriz? La respuesta contiene la verdad absoluta y es universal: en la base sólida de considerarse un oficio.

José Jiménez Lozano, Premio Nacional de las Letras Españolas 1992, ficcionalizó su experiencia en ‘Sara de Ur’, concibiendo la escritura como oficio, un oficio superior, en la medida que permite conocer, padecer, amar o aborrecer. En definitiva, experimentar todos los demás oficios. En ‘El narrador y sus historias’, el autor define al escritor como alguien que escribe y «en cuya palabra encontramos hermosura, conocimiento y grosor de humanidad, que nos ofrece la exploración de infinitos mundos; nos revela el lado de atrás de la realidad, no perceptible para los demás; toca la llaga y la gloria del mundo y de la historia que cuenta, y nos asoma al fulgor de la belleza. Pero todo esto es como si no se hiciera nada, porque el oficio es muy modesto ciertamente, y en él todo se regala»1.

«La escritura es un oficio, un oficio superior, en la medida que permite conocer, padecer, amar o aborrecer. En definitiva, experimentar todos los demás oficios»

En una de las clases de escritura a las que asistí, me enseñaron que, en este oficio, antes que ser artista, el escritor debe considerarse artesano. Lo real lo cuenta con la técnica de artesano para dotarle de emotividad. Es la facultad de proporcionar a los lectores una obra nueva. El escritor estadounidense Richard Ford valora que escribir no es un arte, sino un oficio. En su discurso, al serle entregado el Premio Princesa de Asturias de las Letras, manifiesta: «los escritores son optimistas natos (…) Es privilegio de nuestra vocación crear para los demás algo bueno que antes no existía»2. El origen del deleite artístico acuñado por Vladímir Nabókov.

Volviendo a las palabras de José Jiménez Lozano, en ‘Sobre este oficio de escribir’ se comparó a sí mismo con un cestero: «No es más difícil que la tarea del cestero que cuenta cómo se las arregla para hacer sus cestos. Éste dirá, sin duda, que todo está en las mimbres y su trenzamiento, y quien escribe no podrá decir mucho más seguramente: todo está en las palabras y en su ordenación». Calificó al trabajo como acto manual y humilde: «el oficio de escritor es muy humilde por su propia naturaleza, y quien lo tiene sabe que lo que hace en él, lo debe a otros. Un narrador es poco más que un amanuense de lo que ve y oye en sus adentros, y allí en ellos ha sido levantado por guiños o laceraciones de la realidad, él carga con esa gloria y ese peso de contarlo». En ‘Por qué se escribe’ aludió al «oficio de escribir como oficio artesano, como expresión de una manera de ser hombre y de estar en el mundo que no pide relevancia pública alguna».3

«Antes que ser artista, el escritor tiene que considerarse artesano»

¿Se aprende el oficio? Se aprende a vivir. En mis comienzos de carrera, compartí con uno de los profesores de escritura mi inquietud por hacer prácticas en relación al ámbito de la comunicación. “¿Qué quiere ser en el futuro?” —Me preguntó. Por mi parte, nunca hubo duda: guionista. “Entonces vive. Un guionista tiene que vivir”. Posiblemente, de las lecciones más productivas para mi trayectoria profesional. Como maestro, antes de enseñarme a escribir, me instruyó a pensar. Robert McKee considera que «no importa cuánto talento tenga una persona; si es ignorante, no podrá escribir»4.

Desde entonces, ya no vivo; me desvivo aprendiendo a vivir y a trenzar. Citó Jack London: «la función del ser humano es vivir, no existir. No voy a gastar mis días tratando de prolongarlos, voy a aprovechar mi tiempo». El oficio de escribir se aprende. Es una disciplina que se imparte y comparte. Contiene sus técnicas, las cuales construyen estructuras literarias, crean tramas y personajes. Entonces y solo entonces una vez aprehendida la horma de la escritura, se adquiere la autoridad para provocar sentimientos y reflexiones. “Es un trabajo que nos quita el sueño, pero nos permite soñar”5. Según el crítico literario Kenneth Burke «las historias nos aprovisionan para la vida». Coincido con la aportación de Richard Ford: «la literatura te proporciona un suplemento de vida, te da la vida en una forma intensificada, hace que la vida sea tu tema, cura tu desesperanza»6.

Hay opiniones menos edulcoradas e igualmente necesarias de leer. En palabras de Clara Obligado: «ser escritor no es una virtud, sino un defecto»7. Afirma basarse en la frase de Franz Kafka, al mencionar: «si puedes dejar de escribir, hazlo». La escritora española añade: «Me parece que hay que tener una cuota de humildad como para ser crítico con uno mismo y una cuota de soberbia como para aguantar los palos que vas a recibir. Es un oficio particularmente duro y que tiene un punto de sagrado, de algo que no debería ser tocado, de libertad. Nos movemos en un terreno difícil en una época difícil, donde la cultura está más bien denostada que apoyada. Ese es el terreno de un escritor»8.

«Un escritor o guionista sabe del oficio lo que sabe de la vida»

Después de lo aprendido, aunque no se deja ni un solo día de aprender a vivir, ¿cómo lanzarse al vacío de trenzar palabras? En una ocasión, una profesora de guion, guionista en activo y a quien recurro dentro de la industria cuando necesito escuchar verdades, me dijo que no creara una historia con la que no me identificara. Un consejo similar nos regala Tobias Wolff: «Hay que escribir lo que te gustaría leer»9. Es una buena manera de evitar vendernos al “todo vale”. El autor sostiene: «es muy complicado encontrar la voz (…) Escribir nunca es fácil, es un trabajo muy duro. A mí me cuesta muchísimo escribir algo que me guste, una página de la que me sienta orgulloso»10. Lo advierte Richard Ford: «La escritura y su pariente más venerable, la literatura, son permanentes. Una vez que nos internamos en ellas, lo que hemos hecho queda para siempre»11.

Tobias Wolff. Foto de Winni Wintermeyer para The Wall Street Journal

La vida es el sinvivir que el ser humano pasa buscando justificar cada decisión. Cuando a Richard Ford se le pregunta por qué escribe, él afirma: «Escribo porque leo. La vida es la materia de las novelas. Cuando siendo joven comencé a leer, entendí que había algo en la vida que era verdaderamente interesante y que no podía experimentar por completo simplemente estando vivo. Comprendí que la vida tenía consecuencias, incluso cuando las consecuencias de la vida podían ser arte, y que la vida tenía una complejidad, un misterio, un interés que no había conseguido alcanzar estando vivo. Empecé a sentir algo acerca de la vida que no había considerado hasta que empecé a leer libros12 (…) «Escribir es un acto que elijo hacer para ser útil en el mundo. Y me da mucho placer ser útil a otras personas a las que no conozco»13.

La misma sensación a la que se refería Ernest Hemingway al considerar que un escritor escribe porque quiere ser feliz y enriquecer la vida de los demás con su punto de vista.

José Jiménez Lozano también tuvo que responder ante la misma pregunta en ‘Una estancia holandesa’. Su justificación fue contundente: escribía “porque sí”14. Una respuesta escueta e inesperada para quien vive de utilizar palabras. Por contundente, alivia: mantiene viva la esencia metafísica de la escritura. No por escribir más, uno se explica mejor. El autor repitió en varias ocasiones que el motivo de dedicarse a la escritura es no saber hacer otra cosa, porque es «una forma de vivir, de ser hombre»15.

Flannery O’Connor coincidió con el argumento anterior. Nació con un don para escribir, se le daba bien y no sabía hacer otra cosa. Manifestó que la escritura no depende de la sensibilidad, ni de las buenas ideas, ni de la sociología, ni de la psicología, ni de la teología16.

Ante la misma pregunta, Patricia Highsmith consideraba escribir «como todos los artistas, por salud». Se sentía vacía sin hacerlo. Para ella, la escritura es un instinto compulsivo antes que fuente de placer. Escribía durante tres o cuatro horas todas las mañanas y, en caso de que la jornada resultara fructífera, reunía dos mil palabras.

Sin embargo, para Raymond Carver, la escritura es equivalente al placer de hacerla; y solo creyó en ella concibiéndola de esta manera.

Robert McKee concluye que la escritura es vocación. De entre todos los motivos de querer escribir, para el autor, el único que nos nutre durante el tiempo suficiente es el amor hacia el propio trabajo. Afirma que el guionista arriesga tiempo, dinero y personas, porque la fuerza de su ambición llega a definir su vida.

«La escritura nace de un don y se mantiene viviendo de la disciplina»

Despido, entre comillas, esta primera entrega de ‘La maestría de escribir con punto y coma’. José Jiménez Lozano menciona en su homenaje en 2006: «Siempre he tenido claras tres cosas: la una, que no quería ser escritor, sino escribir, que no es lo mismo (…); la segunda, que debía ser yo el que decidiera lo que escribiese; aunque luego, en último término, no lo decida yo, sino que se me impone en mis adentros, pero, desde luego, nada desde mis afueras. Y la tercera, que es la misma, aunque enfatizada: que, desde cuando siendo muy joven me leyeron que el señor Miguel de Cervantes luchó por no dejarse llevar de la corriente al uso, y me explicaron lo que esto significa, también decidí yo, entonces, que no tenía por qué mirar a ninguna parte de las corrientes y los usos»17.

Son tiempos de autoridad difusa para la publicación de libros. En las baldas de las librerías compiten ejemplares de autores consagrados con títulos de personajes concebidos en las redes sociales. En este panorama actual literario, la formación queda denostada, siendo más admisible el número de seguidores que se tiene en una cuenta de Instagram. Este oficio no da tregua.

En el discurso de recepción del Premio Cervantes 2002, titulado «Palabras y baratijas», el autor considera: «Lo que pasa es que ser escritor o escribidor, como me gusta decir para quitar empaque a un oficio que, al fin y al cabo, es tan modesto– supone andar metido en todas esas responsabilidades de la lengua para nombrar al mundo (…) Con estas pretensiones y necesarias auto-exigencias vive un escribidor, aunque nunca las logre»18. En definitiva, de este oficio que ha derivado a industria tan manida, para hablar de quienes escriben sin ser escritores, prefiero escoger el término de escribidores.

«De este oficio que ha derivado a industria tan manida, para hablar de quienes escriben sin ser escritores prefiero escoger el término de escribidores»

José Jiménez Lozano. Foto: web oficial del escritor

1 JIMÉNEZ LOZANO, J., Ensayo «El oficio de escribir», web oficial de José Jiménez Lozano

2 FORD, RICHARD, véase. Discurso Premio “Princesa de Asturias” de las Letras, La Nueva España, 2016 

3 JIMÉNEZ LOZANO, J., ídem

4 MCKEE, R., “El guion”, Alba Editorial, 2013

5 MARTÍNEZ, J. “El oficio de escribir”, Kamchatka, 2019

6 FORD, R. Entrevista de Alfonso Armada a Richard Ford, Diario ABC, 2013 

7 OBLIGADO, C. Entrevista de Javier Morales a Clara Obligado, El Asombrario & Co, 2020 

8 Íbid.

9 WOLFF, T. Artículo de Lucas Bertellotti, “El oficio de escribir, la sabiduría de Tobias Wolff”, Crónicas de calle, 2013 

10 WOLFF, T. Entrevista de Miguel Mora a Tobias Wolff, Diario El País, 2005 

11  FORD, R., “Flores en las grietas”, Editorial Anagrama, 2012

12  FORD, R., Entrevista de Alfonso Armada a Richard Ford, ídem

13  FORD, R., Entrevista de Pablo Gil a Richard Ford, El Mundo, 2019 

14 JIMÉNEZ LOZANO, J., ídem

15  Ídem

16  Ídem

17 Ídem

18JIMÉNEZ LOZANO, J., véase Discurso José Jiménez Lozano, “Premio Cervantes 2002”, RTVE 

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