Ante nosotros, “astutos” personajes de la historia, se ha abierto una brecha: la brecha del ocaso, que ha roto con los viejos paradigmas de la comunicación. Los medios han pasado de ser espectadores y contar la realidad “en términos de objetividad”, a su gusto por la “interpretación”. “Hoy resulta algo difícil entender que los medios de comunicación pudieran ser vistos como meros testigos que cuentan sólo lo ya pasado”1. “El panorama actual gira –por el contrario– en torno al creciente protagonismo social de los medios como “actores” sociales más o menos parciales en la vida de la sociedad”2. Ahora, la nueva tendencia, ya no solo están llamados a “contar” sino que, bajo su responsabilidad, “crean” esos “mundos posibles”, marcos difusos y abstractos, con los que invitan a compartir escenario a la sociedad. De esta manera, se están instalando en el cosmos donde habitamos como protagonistas de la Historia, olvidando que Ésta, como ciencia del cambio social, tiene sus propios axiomas. Así, en la medida que están dejando de ser testigos fidedignos de la vida social para convertirse en actores influyentes, provocan en su propia semántica una crisis de identidad, en paralelo a la crisis de confianza que generan en los usuarios como consumidores pasivos de información.
Acabo por donde empecé. Aquel lugar de La Mancha se ha convertido en una aldea global donde vivimos, convivimos e interactuamos. Poética y racionalidad como expresión del colectivo, conviven e interactúan al mismo grado. Y es en esta aldea global donde los medios tienen que profesionalizarse en lo que realmente deben ser, no en vano su destino universal es la defensa y respeto de la Dignidad Humana, poniéndose a su servicio con los mecanismos que les son otorgados del libre mercado, la democracia, la información y el sano entretenimiento, sin interferir en la vida comunitaria más allá de sus propias percepciones; dando respuesta al principio holístico universal que rige la historia de esta aldea: “todo lo que ocurre en una parte del planeta, no permanece indiferente al resto del universo”. Esta es la gran responsabilidad de los medios y su reto incuestionable.