20 de octubre de 2009

UNA ISLA CON ENCANTO

I Premio La Rioja, Fundación Coca Cola

Desde el cerro se veía el Océano Pacífico golpeando fuertemente contra las rocas de los acantilados. Sin embargo, hacia el este, el mar estaba tranquilo y sus aguas cristalinas, de un color azul intenso, descansaban acariciando la orilla de arena blanca. Un fuerte sol de verano iluminaba la playa. De fondo, acompañando al murmullo del mar, se oían los cantos de las ballenas jorobadas. Un gran bosque de árboles enormes y húmedos daba sombra a toda la isla. La suave brisa mecía sus hojas. Parecía como si la isla, el mar y los animales marinos bailasen todos a la vez, preparándose así para alguna ceremonia importante. El cielo estaba azul, pero unas oscuras nubes se acercaban rápidamente amenazando tormenta. La brisa se convirtió en viento y cayeron las primeras gotas. Un fuerte trueno rompió la calma de la isla que, ahora, cubierta por los nubarrones, ya no brillaba. Un manto de oscuridad envolvía los montes y las playas de Gorgona. De vez en cuando, un relámpago iluminaba la isla tiñéndola de un color azulado. Entonces, un eco de tambores golpeó las montañas. La isla vibró con aquella música salvaje. Después, se oyeron los cantos de miles de hombres gritando bajo la lluvia.

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