MARÍA VILLAVERDE: ¿Por qué Comunicación Audiovisual?
RODRIGO SOPEÑA: Yo tenía claro que quería ser guionista. Comunicación Audiovisual era lo más parecido que había. Lo que tenía más relación.
M.V. ¿Y por qué en la Universidad de Navarra?
R.S. Porque era la opción más barata. Yo soy de Gijón. Las opciones más cercanas estaban a 500 kilómetros: Madrid (Complutense) o Pamplona. Y aunque Pamplona fuese privada, el plan era de cuatro años (en Madrid, cinco). Las matemáticas elementales demostraron en su día que vivir 5 años en Madrid yendo a una universidad gratuita era más caro que vivir cuatro años en Pamplona asistiendo a una privada. (Al año siguiente, Madrid pasó a plan de 4 años y se descabaló el cálculo).
M.V. ¿Cómo la definiría en una frase?
R.S. Para mí lo que más define esta universidad es su capacidad para respetar a los que piensan distinto a ellos. Y lo digo porque no hay nadie que piense más distinto que yo.
M.V. ¿Piensa que lo que estudió en la universidad era lo más adecuado para desarrollar su profesión?
R.S. Mi profesión la ejerce gente que no ha estudiado nada, o que ha hecho Derecho, Arquitectura o Ingeniería aeronáutica… (casos reales). Así que lo mío por lo menos se da un aire.
M.V. ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de sus años de carrera?
R.S. Estaban construyendo el edificio de FCOM. Un amigo muy cinéfilo –de Humanidades- y yo estábamos fascinados con el edificio y planteamos al Depto. Audiovisual hacer un corto en él. Para nuestra sorpresa, nos dejaron cámaras, salas de montaje, micros, focos, tuvimos profesores que nos asesoraron y ayudaron, incluso como actores (Jorge Latorre), hasta nos dieron una subvención del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad. Conclusión: si rodamos un corto en la Universidad estando en primero (y uno era de Humanidades), todo era posible.
M.V. ¿Y la situación más “tierra trágame” que recuerde?
R.S. Luis Piedrahita (FCOM 99), otros alumnos y yo hicimos un viaje de estudios a Londres, con los profesores Álex Pardo y Efrén Cuevas. Nos escapamos una tarde y salimos toda la noche por discotecas de Londres. A la mañana siguiente, Álex nos pilló y fue “tierra, trágame” relativamente, porque al reñirnos le entraba la risa.
M.V. ¿Cambiaría algo de aquellos años?
R.S. Sí. Estuve dos años en un colegio mayor de cuyo nombre no quiero acordarme. Lo ideal habría sido uno.
M.V. ¿Y aquello por lo que se sintió más orgulloso como estudiante?
R.S. Tuve una asignatura ridícula, se titulaba “Seminario de tolerancia y valores”. Era como para ir al Edificio Central y pedir la hoja de reclamaciones. El profesor nos pidió una valoración de la asignatura, y lo hizo antes del examen para que las evaluaciones fuesen positivas. Yo aproveché para decirle cuatro verdades… y me sentí un héroe.
M.V. Si le digo que “yo también quiero ser como usted”, ¿qué me diría?
R.S. Que yo querría tener su edad.
M.V. ¿Cómo le gustaría que le recordaran sus amigos y familiares más allegados?
R.S. Pues nunca lo había pensado, pero ahora que lo pienso… la verdad es que me da igual.
M.V. ¿Qué considera importante para que los alumnos afronten los estudios de comunicación?
R.S. Que no se obsesionen por trabajar cuanto antes. Mi consejo es que, siendo responsable, aproveches para estudiar todo lo que puedas a costa de tus padres. Al fin y al cabo, tú no pediste nacer.
M.V. ¿Un consejo de “padre” a un alumno actual o futuro o a quien esté empezando en el mercado laboral?
R.S. Que nunca diga “yo trabajaría gratis”. Si tú no valoras tu propio trabajo es que no debe de valer mucho.