A FLOTE SIN SALVAVIDAS

Capítulo III. Banda sonora: «Escuela de calor» de Radio Futura

Tantos han sido los dimes y diretes que hasta llegaron a confundir al Ayuntamiento con la Iglesia.

—El alcalde no escucha nuestras plegarias —decían.

—Esto con Franco no pasaba —aclaraban.

A veces, se les escapaba algún que otro futurismo:

—¡Pues la culpa de todo la tiene Zapatero! —Y se carcajeaban al unísono.

—Que no, mujer, que es eldelbar, que quiere coger también el chiringuito de las piscinas y no da pató.

El chiringuito es una barra, pero hace sus funciones. Sirve para apoyar estantes de patatas fritas, la carta de helados, vasos y codos. Y para qué queremos más: es una barra, se estrena julio, ellas actúan como acostumbran, con naturalidad, y en sus mentes disfrutan de un viaje programado en Torrevieja.

Pero son las piscinas del pueblo, las de toda la vida. Por fin abren sus puertas y se resuelve el misterio que las ha tenido días de resaca sin dormir. Al parecer, el pueblo -así en general- no encontraba un socorrista que quisiera prestarse a bucear entre tanta preciada sirena.

—Pues me han dicho que es un chiguito jovencito, maja, de unos veintitantos.

—¡Pero si es el hijo de ladelmercadona!

—Que. Va. A ser. Ese —Y ante tal contundencia, o amenaza, ninguna más se atrevió a opinar.

Vaticina la canción de Radio Futura que «arde la calle al sol de poniente y hace falta valor». La banda sonora que inunda sus mentes también tienta con su «ven a la escuela de calor». No hace falta decirlo dos veces. Valor es lo que les sobra.

Con actitud firme y aires de grandeza, sólo ella puede aparecer entre el marco de la puerta: Lamaricielo y su melena rubia al viento. Le siguen las amiguísimas: Laloles y el resto.

—Amigos en común no tenemos porque en el feisbuk no me aparece —Cualquiera interpretaría que María del Cielo está perdiendo facultades, ¿pero, cuándo le han hecho falta a ella ‘amigos-disculpa’?

A ella le vale su sensualidad natural. Está sexy, sexy a rabiar con ese biquini negro y marrón, combinado con un provocativo pareo fucsia y sus manoletinas de charol roído. La barriga blanca y fofa que deja al descubierto es lo de menos. Solo a ella le queda bien la combinación del negro con el marrón y del algodón con el charol. Hasta poniendo la toalla en el césped se siente sexy Lamaricielo. Y esa es la actitud.

A mano derecha, a unos seis pasos de ella, el glamour y desparpajo de María Dolores, y sus excusas originales, no quieren perder el tiempo con destapes.

—A ver, guapo, ¿no tendrás un mechero para encender el cigarro? Quepodríasertumadre —Siempre tan sincera e ingenua, ella aclara las situaciones para evitar malos entendidos. No vaya a ser que…

—¡Cómo va a fumar un chico tan deportista, Loles, qué cosas tienes! —Ay, amiga, ardua, veloz y avispa, a María del Cielo no se le escapa ni un ángel.

Laloles y sus desenfrenos ponen los ojos en blanco como respuesta. Las dos vuelven a sus poltronas. María Macarena, María del Clavel y María Purificación ya han sacado sus cuerpazos al sol.

«En las piscinas privadas las chicas desnudan sus cuerpos al sol»

Lamaca es más de incordiar y menos de darle a su cuerpo alegría y macarena. Prefiere quedarse vestida y desafiar al sol con uno de sus sofocos y estupores con sabor amargo. Laclaveli luce un bañador blanco. Le han dicho que es el color del verano y de la sal. Ella, sin embargo, siempre apostilla que es más de picante. Ay, qué pilla, María del Clavel, siempre como una flor a punto de marchitarse: sosa y mustia. Esta vez será por las altas temperaturas… Lamaripuri o Purimari, sin perder su estrambotismo, desfila con un bañador XXL que hace aguas en colores naranjas, morados y verdes. Ella farda diciendo que es de nueva temporada, aunque aseguran las malas lenguas que lo compró de rebajas…

Sólo falta por descubrir el modelito de Laloles; pero ella se entretiene respirando el aire puro de la naturaleza, bueno para el cutis, mientras disfruta de su cigarro sin tragarse el humo. Después de cerciorarse de que los reojos de todas están puestos en ella… Chas: bañador palabra de honor.

—Para que no se me queden marcas en el escote —Vuelve a hacer uso de las aclaraciones con esa indiferencia y seguridad que le pertenece.

—Pues con tu tipín no entiendo como no te pones biquini, Loles… —Lamaricielo, en realidad, está encantada de ser la única que todavía se atreve con el dos piezas.

—Vaya, ¡pues que parece que nos hemos puesto de acuerdo! —La voz cantarina de María Soledad entra en escena. Las pijas rurales dan un respingo digno y la miran como si fuesen actrices de los años veinte —Mira que tengo biquinis en el armario y hemos tenido que venir con el mismo, chica.

«Vas por ahí sin prestar atención y cae sobre ti una maldición»

—Será porque es el más fashion. —Seamos sinceros, a Ladeloschalés nadie le ha llamado y a Lamaricielo no le ha hecho ninguna gracia coincidir en la alfombra verde con el mismo modelito. Es el riesgo de dejarse sucumbir por el encanto del 2×2 del Carrefour.

«Sé lo que tengo que hacer para conseguir que tú estés loco por mí»

Pero ella sigue a lo suyo. Mira que es sexy esta mujer hasta para bajar la escalerilla de la piscina. El socorrista la mira, le pagan por ello, pero Lamaricielo a saber qué se está pensando. Una vez en el agua chapotea mientras ríe con nerviosismo. ¿Está fría el agua, María del Cielo, o está caliente el corazón?

El jovenzuelo vuelve la mirada hacia el otro lado: Ladeloschalés también quiere remojarse en la escuela de calor. Vaya por Dios.

—Uy, hola —Se encuentran en el interior de la piscina y se saludan de manera casual, como se hace en Torrevieja. Les falta el siempre simpático y nada predecible “tú por aquí”. Y ese biquini.

«Ven a mi lado y comprueba el tejido, más cuida esas manos, chico»

Lamaricielo vuelve a centrarse en el susodicho, sentado en una sillita de plástico con su bañador rojo y su camiseta de manga corta blanca. Y esa visera a juego que, aun dejando leer “Toldos Ruiz”, le queda tan sexy… Está para comérselo. A la líder del clan se le escapa un suspiro traicionero. Ay, María del Cielo, que si no fuera porque estás a remojo se diría que se te ve el plumero.

—Se va a asfixiar con la camiseta puesta a pleno sol…

“El resto”, menos Lamaca, también se une al chapuzón. Laclaveli mete solo los pies, muy en su línea. Lamaripuri o Purimari se mete despacio, con toda su buena intención, pero en el último peldaño resbala y cae de golpe. Ahora, con tres litros menos en la piscina, cualquiera finge ahogamiento.

«No des un mal paso, no des un mal paso, esto es una escuela de calor»

Laloles vuelve a intentar maniobrar uno de sus engatusamientos con el socorrista. Antes de que le dé un “chungo”, Lamaricielo comienza a nadar dirección a su presa.

—Que le vas a distraer —El nerviosismo le hace tragar agua y tose, pero continúa su largo. Ladeloschalés no va a ser menos. Tiene que demostrar que los diez años que se llevan de diferencia pasan factura en las curvas y en el contoneo de telas. Y que el biquini le sienta mejor.

«Deja que me acerque, deja que me acerque a ti, quiero vivir del aire, quiero salir de aquí».

La canción retumba en la mente de María del Cielo, que tiene organizada una movida madrileña de las intensas. Menos mal que el maquillaje es waterproof. Otro chupito de agua clorada calentita. Pobre. ¿Esta piscina no es demasiado grande para ser de pueblo?

Se apoya en el bordillo como si fuera la tarima del Rock-ola. Está fatigada pero, se esfuerza por mantener eso rollo tan de ellos. Disimula el jadeo de perrillo mojado dedicándole al joven una sonrisa satisfecha.

—¿¡Y Lasole!? —El socorrista se quita la camiseta y cae en el agua, a su lado, como un deseo hecho realidad. Pero el deseo es para otra. Ladeloschalés sale del agua como un pececillo agorero. Él la sostiene y le ayuda a salir de la piscina. María Soledad sonríe tontinamente.

—¿No le irá a hacer el boca a boca? Porque está perfectamente. ¡Lo ha hecho pa’ conquistarte! —Lamaricielo finge chistes por no llorar, pero nadie le presta atención. Sólo una persona se percata de su existencia.

—María del Cielo, anda, salte del agua y vámonos pa’ casa, que hay que cenar —El Convenido. Su marido.

Informa la canción de que«hay tribus ocultas esperando a que caiga la noche, que esa paloma sobrevuela en peligro y aprendió en una escuela de calor”.

COMPARTIR